Siempre me ha parecido algo muy curioso —por utilizar la primera calificación que se me pasa por la cabeza— cubrir las convocatorias, también pueden valer los plenos municipales o las sesiones de las mancomunidades de la provincia, en las que los ediles de turno se arrancan en apasionadas intervenciones en las que se quejan sin tapujos de problemas o situaciones que son responsabilidad de las administraciones de ámbito superior pero que están gobernadas por las mismas siglas que esos protagonistas locales de las protestas.
Lejos de cualquier arrebato espontáneo, el descontento suele ser confirmado habitualmente en posteriores declaraciones, a título individual. Así, el resultado termina fructificando en bonitos titulares con los alcaldes como sujeto y predicados tan variopintos como el rechazo a la reforma local, la exigencia de matar más lobos, la oposición a los recortes sanitarios, el ‘no’ a la mina de uranio…
Algunos ediles intentan sofocar la instintiva estridencia que provocan tales contradicciones con chascarrillos como, entre otros, que son candidatos ‘independientes’, no afiliados; que ellos no están en la ‘política-política’; cuando no apelando a la sana democracia interna del partido.
La contradicción es despejada a favor de los representantes locales cuando llegan soluciones o cambios, de ‘arriba’, tras las quejas, aunque entre ambas realidades exista sólo una relación temporal, sin que las protestas de los ediles hayan tenido realmente alguna influencia en las medidas y gestiones realizadas.
En cualquier caso, la posibilidad del montaje, de una farsa, empieza a cobrar entidad cuando las posturas aparentemente contrarias se alargan y agravan en el tiempo, que es lo que está pasando con la mina de uranio del Campo Charro.
‘Alcaldes del PP de la comarca de Vitigudino dicen «no» a la mina de uranio’. Es el titular que en Salamanca News recogía el rechazo que el proyecto ha provocado en los ediles del Partido Popular, como ha dicho muy claro Alfonso Castilla, regidor de Peralejos de Abajo y presidente de la Mancomunidad de Vitigudino. Tampoco se ha escondido Óscar Sánchez, primer edil de Ahigal de los Aceiteros, y que también viene expresando su oposición a la mina a través de las redes sociales. Son esos regidores —como, entre otros, el de Bogajo, Javier Castro; El Cubo de Don Sancho, Emiliano Muñoz; Yecla de Yeltes, Ignacio Abarca; Villares de Yeltes, Manuel José Hernández…— que están saliendo en las fotos en primera fila arropando al alcalde, socialista, de Villavieja de Yeltes, Jorge Rodríguez. Y los que se han sumado al ‘no’ a la mina de uranio con el apoyo del pleno, o los que han participado en los actos e iniciativas que están oficializando la oposición de los pueblos, la última de ellas, la declaración como ‘non grata’ a la empresa Berkeley Minera S.L. por parte del Consistorio de Villavieja y que ha contado con el voto a favor del portavoz del PP, Iván del Arco, así como del concejal popular José Antonio Zuñiga. (Sin embargo, Ángel Antonio Vázquez votó en contra de su portavoz, en contra declarar ‘non grata’ a Berkeley).
Pero el motín de los ayuntamientos del PP difícilmente podrá superar las sospechas de pantomima si las administraciones de ámbito superior gobernadas por el Partido Popular y con competencia en el área del proyecto minero siguen ninguneando a sus propios alcaldes y concejales, que, como hace Jorge Rodríguez, les están exigiendo ahora una nueva declaración de impacto ambiental para la mina de uranio en sintonía con la recomendación del Procurador del Común a la Junta de Castilla y León, en una resolución que ha sido conocida este mes.
Y a poco más de un año y medio de las elecciones autonómicas y municipales, que quieren que les diga, yo particularmente prefiero votar a un alcalde del PP-PP, quiero decir, votar a un alcalde del PP pero del PP de verdad, que elegir a un alcalde de PP, pero de postureo —y lo mismo vale para cualquier otra formación—. A ver si puedo explicarlo mejor, un alcalde del PP igual que las siglas del PP que, por ejemplo, tiene el Consejero de Fomento y Medio Ambiente de la Administración regional, Juan Carlos Suárez-Quiñones, para que ese alcalde del PP pueda llamarle y decirle:
—Oiga, Consejero, sí, aquí su alcalde. Mire que le llamo del oeste salmantino para decirle, por si no se había enterado todavía, que estamos diciendo que ‘no’ a la mina de uranio. Que si eso, me están diciendo los vecinos, monten primero las instalaciones en Valladolid, cerquita de sus despachos, para que, de esta forma, puedan tener antes el privilegio de un conocimiento exhaustivo de todas las posibles propiedades terapéuticas que pueda tener el elemento radioactivo. Además, la empresa dice que hasta se podría comer pasto de la zona de la mina… que aquí los vecinos son más de embutido.