Los bares de Vitigudino siguen aplicando a rajatabla aquello de renovarse o morir. Pese a que la despoblación se sigue cebando cada año con la localidad y la comarca con el número de empadronados en números rojos, el sector hostelero no solo sigue sin tirar la toalla sino que incluso sorprende, con frecuencia casi anual, con renovaciones, ampliaciones o el estreno o la mejora de nuevos servicios.
Algunos de los últimos y principales movimientos registrados en el municipio en el último lustro han sido protagonizados, por ejemplo, por el emblemático bar El Retiro —que amplió hace poco sus servicios con un restaurante con una capacidad cercana al centenar de comensales—, El Quijote —que está aprovechando la modernización de sus instalaciones para estrenar cartas y menús— o la Cafetería Amnesia, que realizó una completa rehabilitación.
La Taberna de Willy también ha estado detrás de las transformaciones que ha experimentado un sector que, además, acaba de acoger el cambio que acaba de materializar el Bar Sidney.
Pero el foco está estos días apuntando al edificio que albergó durante varias décadas El Junco, con Afrodisio Vicente, un céntrico inmueble que ahora está siendo derribado en unas obras que, de forma previsible, significarán la modernización de la oferta ya que los planes son el estreno de nuevas instalaciones de hostelería en el espacio, vinculadas con el bar Imperial.
Además, hay que recordar la apertura del bar en la estación de autobuses y, entre otras, las instalaciones renovadas en la piscina municipal.
A los mencionados establecimientos también hay que añadir las constantes mejoras en los servicios, aunque manteniendo la configuración de las instalaciones, que no dejan de realizar otros lugares como La Viña, La Calleja, Asador Tino, La Parrilla, Central, Bar Rafa, Café Casino, Maitai, Cafetería Verdi o La Antanica.
Una veintena de establecimientos que además de poner la importante cifra suman una oferta puntera, completa y de la máxima calidad de servicios de hostelería y gastronómica en una labor que también va mucho más allá, ya que los empresarios se involucran también en la organización de actividades culturales, lúdicas y actuaciones musicales, entre otros eventos, cuando no en la promoción y patrocinio de citas festivas, de forma autónoma o en colaboración con el Ayuntamiento.
La oferta es completada además con discotecas y pubs como, entre otros, el mítico Whisky Viejo, de manera que el sector cubre con amplitud la demanda, aunque adaptándose a los bajones y picos que tiene la actividad.
El esfuerzo de estos emprendedores, como reconocen a Salamanca News algunos de ellos, no camina precisamente cuesta abajo. La dura competencia se traduce en unos precios muy ajustados que de manera, puede decirse, unánime, muy poco tienen que ver con los que se mueven en la capital. Con los ojos cerrados, es posible dejarse agasajar por caldos buenos y propuestas de manjares culinarios que, como pasará de igual forma con otras consumiciones, no vaciarán los bolsillos de unos visitantes que tienen en la actualidad más probabilidad de ser esquilmados en cualquier pueblo fronterizo de Portugal.
La dura competencia es resultado del elevado número de establecimientos frente a una sangría despoblacional que cada vez se está cebando más con Vitigudino y la comarca, como bien se puede notar, año a año. Muchas veces, las alarmas empiezan a sonar cuando los parroquianos comienzan a faltar a los obligados martes de mercado, llámese cualquiera otra de las imprescindibles convocatorias festivas del calendario local.
Con los años dorados que bien conoció Afro cada vez más lejanos, la limitada demanda provoca también una oferta dirigida a conquistar a todos los públicos, de forma que, aunque cada establecimiento cuenta con sus especialidades —fortalezas que se diría en el análisis DAFO del plan de marketing—, al final todos acaban incluyendo un poco de todo, por eso de la fidelidad con algunas tapas que tienen algunos. Algo diferente, vamos, a la cara y cruz de las exóticas empanadas y agujas con aceitunas que se ofrecía en El Junco, donde a la tercera ya llegaba el queso o embutido. Para que más, porque luego era el propio Afro quien se encargaba de acabar la ronda de rigor con los parroquianos de turno a los que llevaba a otros establecimientos, ya fuera el Amnesia, el Casino o La Viña, a probar las mollejas. Por cierto, un bar deteriorado, El Junco, por eso ahora se ha tirado, pero confortable, cálido, aunque la calefacción se escapase entre las encarnadas cortinas que traía el invierno quién sabe si de algún teatro.
Total, que los nuevos estrenos, reformas o actividades organizadas provocan más fácilmente cambios en las tendencias o modas que vienen registrándose entre los clientes locales que la creación de demandas procedentes de nuevas transacciones económicas como consecuencia de la llegada a la localidad de vecinos de fuera. Dicho de otra forma, muchas veces los ingresos conjuntos del sector se mantienen invariables aunque la caja que hace el establecimiento protagonista de la novedad aumenta en la misma proporción que disminuyen otras. Sin embargo, también hay que tener en cuenta el esfuerzo realizado en la organización de actividades y eventos extraordinarios —así como la aportación que a la buena y profesional imagen general del conjunto del sector hacen tanto los precios competitivos, como la calidad, como las inversiones en modernización de los establecimientos y servicios— en su vinculación con el posicionamiento turístico de Vitigudino en la comarca y provincia, y como factor relevante a la ahora de valorar el impacto económico en la localidad por parte de visitantes y personas no residentes, al que lógicamente también contribuyen otros sectores y también las iniciativas impulsadas por la Administración local.
En el análisis de los datos anteriores, también hay que tener en cuenta el particular funcionamiento que el sector de la hostelería tiene en los pueblos, donde, por ejemplo, la desaparición del último bar en los núcleos de población más pequeños es vivido como una desgracia por parte de los vecinos, también por los alcaldes, como bien se está pudiendo comprobar, desafortunadamente, en la comarca. Y es que los bares son en los pueblos más que el servicio concreto y frío que puede darse, de manera generalizada en la ciudad, al estar ampliado su papel en otras funciones como, entre otras, un lugar de encuentro social, estando su visita insertada en algunas de las rutinas más esenciales, como puede ser fácilmente la partida o el cafecito-debate sobre los ‘temas de actualidad’.
En Vitigudino, además, caben destacar también, junto con las mencionadas y habituales actividades culturales, lúdicas y festivas —monólogos de humor, actuaciones musicales, ferias…— que viene organizando el sector, eventos gastronómicos, convocatorias organizadas por ONG, coloquios de diversa índole… Los establecimientos también son utilizados con frecuencia por las Corporaciones locales para organizar convocatorias de medios y también para la organización de actos multitudinarios de tipo político, vinculado con las asociaciones civiles o relacionados con empresas.
DESPLOME DE LOS PRECIOS DE LOS ALQUILERES
La caída de ingresos en el sector de la hostelería en Vitigudino vinculado con la sangría despoblacional también está provocando un serio desplome de los precios de los alquileres de los locales, después de que los arrendamientos de más de 1.000 euros que todavía se encontraban en años incluso posteriores a la crisis estén dejando paso a otras cifras tres veces inferiores, una tendencia en sintonía con los precios de los alquileres de viviendas, entre los que es posible encontrar una casa por 200 euros.
«Si un bar echa la persiana, como ahora ha hecho El Rincón de Wences, hace unos años el Route66, o un lustro El Junco que ahora se acaba de derribar, y resulta que se tira años el local vacío en pleno centro, pues está claro que algo ha cambiado», apunta una fuente, residente en Vitigudino y relacionada con el sector de la hostelería.
«Puede decirse que existen dos grupos, los que tienen la suerte de ser propietarios, con el consiguiente mayor margen de maniobra, y los que están en un local alquilado, con unos números bastante más complicados, súmalo a la factura de electricidad, que si aire acondicionado que si calefacción, agua, basuras, tasas, impuestos… y miles de gastos que salen todos los meses, cuando hay días en invierno que cierras la caja con telarañas«.
«Aunque consigas un buen alquiler y puedas empezar a funcionar tras una inversión razonable, solo amortizarla es ya un reto en el que siempre estará asegurado meter horas y horas, todos los días, en una gestión tipo familiar en la que contar con empleados a tiempo completo será casi seguro un lujo inalcanzable«, añade.
El panorama que pone sobre la mesa no puede ser más desolador cuando explica que un mes «bueno» puede llegar a verse en los peores meses de invierno como el mes en el que puedes llegar a pagar todos los gastos, «aunque en realidad no hayas tenido como beneficios ni un euro. Si tienes que aguantar como sea, por ejemplo, para llegar a la jubilación y vas salvando meses y compensando con otros buenos, cruza los dedos, pero como lucrativo modelo de negocio a largo plazo, olvídate: emprende otro negocio en el pueblo o busca algo por cuenta ajena«.