Una posibilidad de comenzar esta historia puede ser diciendo que Airbnb es un marketplace, aunque hacerlo es meterse en el lío de tener que explicar el significado de un anglicismo que todavía parece no haber alcanzando una traducción unánime, al aglutinar acepciones que van desde el «mercadillo de toda la vida», para pasar a «mercadillo comunitario», algo así como una «tienda de tiendas», y hasta el lugar que posibilita la relación comercial entre vendedores y compradores.
Descartado por lo señalado el párrafo anterior como el mejor inicio posible, cogería fuerza entonces, muy posiblemente, un inicio más comercial, por ejemplo, jugando con las polémicas que está provocando Airbnb en Barcelona con los llamados alquileres turísticos o vacacionales. Como las controversias están teniendo un fuerte impacto mediático en todo el país, este segundo fragmento permitiría reconocer casi al instante qué es eso de Airbnb, aunque a costa de vincularlo de entrada con una asociación negativa.
Y explicar que Airbnb es la web de moda que permite alquilar inmuebles en más de 191 países, y que está revolucionando los viajes, suena a promoción publicitaria, sobre todo si, a continuación, son desveladas algunas de las palabras fetiches de la plataforma: comunidad, confianza y experiencias únicas.
Ensayados sin mucho éxito tres posibles comienzos, lo más justo sería abrir la perspectiva con un nuevo enfoque que podría servir para darle por fin el protagonismo de esta historia a las personas que la están haciendo posible, que son los vecinos de la Zarza de Pumareda, como subraya en reiteradas ocasiones desde Barcelona Marga Martín. Ella es la que ha puesto la primera piedra y ella es también la que se ha encargado de comenzar esta historia:
«Os alquilo la antigua casa de mis bisabuelos. Con cariño, decidí reformarla y ponerla también a vuestra disposición para que disfrutéis de ella, del Parque Natural de las Arribes del Duero, del pueblo y de sus buenas gentes, su mayor tesoro. Mi querido tío Bosco, que vive en el pueblo, colabora en esta aventura»
Son las palabras que tiene escritas en su perfil de Airbnb como anfitriona tras darse de alta hace apenas un año para alquilar la centenaria vivienda que está remozando y que heredó hace pocos años tras fallecer su padre, nacido en La Zarza, aunque ella es «catalana de rebote», como también lo es su madre, ya que su abuela materna, como hizo su padre, emigró «por trabajo» hasta la ciudad condal. «Tres de mis cuatro abuelos eran de La Zarza de Pumareda a donde yo iba, desde muy pequeña, los veranos, en Semana Santa, Navidad… siempre he estado muy vinculada con el pueblo, todos me conocen…».
Tras la muerte de su padre, su «futuro marido», fotógrafo profesional y natural de Holanda, Ernst, al que «siempre la ha gustado mucho el pueblo y la zona», se desplazó hasta la Zarza y mientras estaba realizando un reportaje gráfico un lugareño se acercó para decirle que era una tierra «pobre», pero Ernst «no lo entendía porque veía muchísima belleza por todas partes«.
Como un alarido de pena por esa terrible injusticia de la que había sido testigo, el holandés grabó un reportaje con el título de «La tierra es pobre» con el objetivo de poner el foco «sobre la situación de despoblación en la comarca y de La Zarza en particular», un trabajo que dio la oportunidad a los propios vecinos de poder expresar sus posturas al respecto, algo que también pudieron hacer en el «enriquecedor» debate que se organizó al respecto en las fiestas de la localidad.
El «feedback» del reportaje audiovisual, así como el fuerte apoyo que encontró en La Zarza tras morir su padre, «me sentí muy acogida después del accidente de mi padre», hizo que Marga se planteara la posibilidad de hacer «una historia bonita», a la que se lanzó finalmente, no sabe muy bien cómo, más una acción del corazón que de la cabeza, porque al vivir actualmente en Barcelona, «a mil kilómetros de distancia«, realmente complicaba todo, y mucho. Pero ese apoyo de los vecinos mantuvo la recobrada energía vital de Marga que se animó a rehabilitar poco a poco la casa de sus bisabuelos pero en unas actuaciones cimentadas en la «confianza«, ya que se involucró en la iniciativa todo el pueblo. «Y sin ellos hubiera sido imposible hacerlo, ya que los que saben más son los que viven allí».
El hallazgo de la plataforma de ‘Airbnb‘ le permitió a Marga dar con la «herramienta perfecta«, pero algo muy poco o nada que ver con esas polémicas que están teniendo lugar en Barcelona. De hecho, ella quiere aprovechar la situación de la ciudad condal pero como un «espejo», un antimodelo de lo que no hay que hacer. Su objetivo es totalmente contrario a la experiencia turística que está siendo actualidad en donde reside, ya que los valores que pretende transmitir con su alojamiento se apoyan en el respeto de la naturaleza, en poder participar en una experiencia auténtica en un entorno tan especial como es el Parque Natural Arribes del Duero.
Además, las posibilidades que ofrece ‘Airbnb’ van mucho más allá que los sistemas más tradicionales que se puedan tener en la cabeza en relación a otros servicios que permitan reservar alojamientos turísticos que vienen sido utilizados, o venían, en todo el mundo, ya que Airbnb permite, según subraya, conocer quiénes son los visitantes que van a venir, hablar con ellos previamente y poder preguntarles acerca de las expectativas que tienen en relación al viaje.
«Es un intercambio Win-Win (ganar-ganar)«, resume Marga», que explica que estos datos previos son fundamentales para adaptar la experiencia turística según los visitantes, con experiencias diferenciadas según cada grupo. Las reservas son vividas casi como un gran acontecimiento en La Zarza, ya que todo el pueblo se involucra, también los ediles de la Corporación municipal. Este trabajo conjunto es lo que ha permitido, por ejemplo, ofrecer una excursión con unos pastores para que una familia que vino de Madrid pudiera ver sus labores en riguroso directo. «Se fueron muy contentos y prometiendo que iban a volver».
La verdadera revolución que están ofreciendo estas plataformas digitales es que, el alojamiento, o alquilar el coche, es en realidad una excusa para compartir, donde existe algo más valioso que una simple transacción comercial: «Los visitantes entran en mi casa y ven una foto de mi padre, ven una foto de mi bisabuela, por parte paterna, y de mi bisabuela por parte materna… y les abre la puerta Bosco, que es mi tío, el hermano pequeño, que es el que lleva el bar del pueblo y me echa una mano con la llave«.
Otro aspecto clave de esta bonita historia es que los avanzados conocimientos tecnológicos y de comunicación de Marga y de Ernst les están permitiendo también captar visitantes internacionales, un objetivo que está siendo también posible gracias a los esfuerzos que están realizando para traducir a diferentes idiomas la oferta turística. En este aspecto, Marga quiere agradecer el apoyo de la Oficina Municipal de Turismo de Vitigudino, dirigida por María Teresa Marcos, que les ha ayudado a conseguir folletos en inglés, un reconocimiento que también hace extensible a Vicente Martín, teniente de alcalde de La Zarza, que también ayudó en ésta y otras muchas gestiones.
«Yo lo que quiero es que ellos también reciban porque es la una única manera de avanzar, de que esta iniciativa acabe beneficiando a todo el pueblo con la llegada de visitantes que hoy vienen a la casa de mis bisabuelos pero que mañana pueden hacerlo a otros lugares del pueblo. Y quiero recalcar que esta historia ha sido posible porque La Zarza es un pueblo bastante unido, pequeño, pero donde, aunque suene raro decirlo hay mucho amor, bastante piña entre todos, si no sería bastante complicado. Es un tesoro de pueblo, la gente y yo estoy muy contenta».